La educación a la hora del beber

En el anterior post ya hacía ver uno de los problemas de no saber lidiar con la bebida, algo que de por sí no es malo, incluso muy beneficioso para la salud; aunque claro, si se hace bien y con cabeza. Parece que la vista de muchos jóvenes y mujeres ebrias en lugares públicos hace pensar que en los últimos años hemos descuidado bastante esa parte de la educación social, que más bien pertenece a la cultura de cada país, pero que desde siempre tuvo lugar dentro de los hogares, dando cada familia su particular visión sobre el asunto, e introduciendo a los hijos en el buen beber, algo tan importante en nuestro país. No era un sistema infalible, lo admito, pero los espectáculos que se daban entonces no parecían ni tan frecuentes ni tan escandalosos como los de ahora, o al menos eso es lo que piensan los expertos, que avisan sobre el incremento del abuso del alcohol entre la juventud y las mujeres, siendo esto último lo que resulta más novedoso.

Reconozcámoslo, aparte de estas personas que seguramente pertenecen a alguna rama de la sociología, y de la que no dudo de su espíritu altruista y para el bien común, no somos muchos los que nos preocupamos de ver borrachas montando shows. Sí, puede que no quede muy bien delante de la gente, y que la mala fama acompañe a estas chicas o mujeres durante mucho tiempo, pero la verdad, a más de uno (o de una, que las lesbianas también tienen mucho que decir) puede parecer que estas féminas, con un par de copas de más encima, pueden ser mucho más agradables, simpáticas y hasta sexys. No nos equivoquemos, porque todo depende del prisma con el que lo veamos, y antes de decir que es una vergüenza, o llevar el tema un poco por el lado machista, que es lo que más se teme, habría que analizar la situación: por supuesto las bebidas fuertes afectan en general más a las mujeres que a los hombres, pero hay de todo, y en general, yo diría que son ellos los que acaban haciendo el ridículo, mucho más que ellas.

Puede ser una impresión mía, por supuesto, seguramente porque soy de los que piensan que realmente todos, hombres y mujeres, deberíamos aprender a beber previamente a llegar a ponernos en evidencia en sitios públicos; pero soy bastante tolerante a la embriaguez moderada tanto de la gente joven, como de las señoras o señoritas. Claro, reconozco que también tengo mis límites, y que no considero que el estar borracho sea una excusa para hacer cualquier cosa, no sólo escandalosa sino también molesta o peligrosa tanto para el que está ebrio como para los que lo rodean. Sin embargo, y volviendo al principio de este post, considero que el problema está en que no se considera que en nuestra educación se tenga que incluir la relación con las bebidas de alta graduación, pensando que en algún momento, al llegar a la mayoría de edad, los jóvenes lo aprenderán por sí mismos. ¿Cómo lo harán, si no es encontrándose en la situación en que tendrán que beber una copa, y no conocen sus propios límites? Y entonces, en esta primera toma de contacto, puede que haya algunos que tengan el control sobre sus sentidos y su nivel de resistencia; por desgracia, para la gran mayoría no será así, eso seguro.

Este sí que sería un asunto de planificación familiar, para empezar. En cada unidad unifamiliar se puede decidir, por supuesto, si queremos que nuestros hijos, sean hombres o mujeres, tengan contacto con las bebidas alcohólicas; con cuáles, en dónde y en qué cantidad. Pero para aquellos padres que consideren que no es algo que deba enseñarse, y que tengan confianza en que su progenie sea abstemia o nunca pruebe el alcohol, ahí va una reflexión: ¿qué pasará si un día llega esa oportunidad?